Universidad Popular, treinta años de dignidad educativa

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Diseminada por los rincones de la ciudad, con su presencialidad discreta y su dignidad radiante, no aparenta ni la edad ni la dimensión de su obra. Está tan dentro que hay que pegar bien el oído a cada pecho para saber que late al ritmo de miles de latidos tan diversos que cada día tocan juntos para disfrutar una nueva sinfonía del conocimiento.

Publicado el 07-11-2024



Diseminada por los rincones de la ciudad, con su presencialidad discreta y su dignidad radiante, no aparenta ni la edad ni la dimensión de su obra. Está tan dentro que hay que pegar bien el oído a cada pecho para saber que late al ritmo de miles de latidos tan diversos que cada día tocan juntos para disfrutar una nueva sinfonía del conocimiento.

Va uniendo manos anónimas y aliviando conocidos corazones, a veces insuficientemente oxigenados, con el amor correspondiente o con el deseo de aprendizaje que no siempre fue bien correspondido. Como reparadora de sueños, transita con afán risueño de remendar lo roto porque siembra esperanza, recoge entusiasmo, anuda inquietudes y, sobre todo, multiplica sonrisas en equipo. Sabe bien que aunque un camino esté cerrado eso no significa que no sea necesario seguir adelante porque la vida solo se explica mirando hacia atrás pero se vive mirando hacia adelante. Y siente que el mundo que sueña otro mundo diferente es preferible al mundo que se ve. Por eso, en ella aprender es un placer intenso que equivale a nacer porque cuando uno siente la alegría de aprender, cuando es capaz de salir de sí mismo y de apasionarse por el otro y por lo otro, comprende que amar y conocer se identifican.

Siguiendo la estela de la Institución Libre de Enseñanza, que Francisco Giner de los Ríos lideró junto con el siempre insuficientemente recordado pedagogo riojano Manuel Bartolomé Cossío, tiene como uno de sus objetivos principales introducir la vida en la escuela y sacar la escuela a la vida. Y defiende que la aspiración a la verdad es más importante que su posesión definitiva ya que cuando la verdad se identifica con la utilidad eso es exactamente la mentira. Que no se trata tanto de ser felices como de ser dignos de serlo sin temor ni temblor, y que debemos sacudirnos todo el miedo que nuestras vivencias nos hayan podido inocular, porque ese miedo nos condena a una vida mediocre que debería ser pasión, ilusión y conocimiento.

Como dijo el poeta, es inmensa y contiene multitudes. Es a la par una lección de vida y una elección debida porque se constituye sobre lo más valioso que el ser humano posee: el ejercicio de la libertad de pensamiento ofreciendo la posibilidad de una educación emancipadora, es decir, aquella que tiene como horizonte hacer posible que cada uno pueda ser capaz de pensar junto con otros los problemas de su propio tiempo.

Y ya que enseñar es llevar de la mano la conversación al borde mismo de la comprensión, no negaremos que vivimos tiempos en los que conversar y comprender (nos) son verbos más necesarios que nunca.

En ella lo universal y lo popular, es decir, lo comunitario resplandece y puede iluminar tanto las oscuridades más lejanas como aliviar los desasosiegos más cercanos procurando que podamos vivirnos mejor para poder vivir mejor. Todos estos entusiasmos podrían figurar en el frontispicio de la Universidad Popular de Logroño, pero no hace falta ya que están en los miles de columnas que la constituyen en forma de seres humanos que cada día sostienen la esperanza de que el saber no solo no ocupa lugar sino que, sobre todo, nos hace un sitio a cada uno para poder estar juntos.

Además, la Universidad Popular de Logroño desarrolla a través de un Plan de Igualdad su compromiso con la igualdad de trato y oportunidades entre mujeres y hombres, sin discriminar directa o indirectamente por razón de sexo. Y promociona un apartado solidario que se explicita en el compromiso con otros pueblos y sociedades destinando el 0,7% del importe de las matrículas y de los beneficios que se obtienen con la venta de lotería de Navidad a programas educativos y culturales en varios países de Centroamérica y África.

Hay pocos actos de amor tan imprescindibles como el de la educación, ese intenso proceso en el que uno muestra y otro admira produciendo, a su vez, la admiración del que muestra. Puesto que somos lo que la educación hace de nosotros habrá que preguntarnos por eso que nos hace a lo largo de toda nuestra vida. En este aspecto, preguntarnos acerca de cómo educarnos es preguntarnos cómo queremos vivir. Deben recordarlo nuestros representantes, quienes se encargan de velar para que la democracia funcione cada día en cada lugar de las ciudades y de los pueblos. Ya que la educación constituye un valor supremo para la convivencia, el apoyo de las administraciones tiene que ser proporcional a ese interés general.

Platón se refería a la educación como “lo más preciado”, cuando advertía en su diálogo Protágoras que se corre más riesgo en la adquisición de enseñanzas que en la de alimentos: “Porque quien compra comida o bebida puede transportar esto en otros recipientes y pedir consejo sobre lo que es comestible o potable y lo que no, y en qué cantidad y cuándo. Pero las enseñanzas no se pueden transportar en otro recipiente, sino que el que adquiere una enseñanza marcha ya llevándola en su propia alma, dañado o beneficiado para toda la vida”.

La Universidad Popular de Logroño cumple treinta años cuidando de lo más preciado y el miércoles 30 de octubre la felicitamos en el auditorio del Ayuntamiento de Logroño, entre otras cosas, por la felicidad que su cuidado nos procura.

Luis Alfonso Iglesias Huelga es poeta y ensayista, autor del libro Contra el desentendimiento (Editorial Balduque).